Noche de despedida

Esta no es como otras noches.
Hoy mi alma sucumbe, llorando,
al retorcerse en la penumbra
porque se ha deshilachado toda la luz que compuso
por un amor que parecía predestinado
y acabó siendo el iceberg
que cercenó mi contrato con Morfeo.

Versos, tras versos se van por el desagüe
empapados por una melancolía que no seca.
Una quejumbrosa montaña asombrece
cualquier vestigio de alegría intentando florecer.
Y aquí, en este desierto de amor que todo marchita
adolece hasta la más imponente de las sonrisas
a lo que se atraviesa el recuerdo de lo que pudo ser
empalado en la realidad de lo que fue.

Cuántas ilusiones vivieron en este pecho;
Cuántos inviernos hoy las corrompen.
Definitivamente, ya no es como otras noches
donde cobijaba el ocaso a los sueños.
Solo queda apagarse lentamente,
en lo que se apodera la agonía del alma
y la tristeza se hace uno.